Mientras el ministro de Educación, José Ignacio Wert, diseccionaba el pasado miércoles la aplicación de la Lomce y la financiación del sistema universitario, Alberto Ruiz-Gallardón presentaba su dimisión ante la prensa. "Esto no será una desbandada", bromeó Wert. Cuando Gallardón dijo su última palabra, el teléfono del titular de Educación, aunque silenciado, no dejó de vibrar. Hasta seis mensajes le llegaron. Wert miraba de reojo su móvil, sin mayor atisbo de preocupación, mientras insistía en defender la reforma educativa y en justificar el esfuerzo realizado con las becas para "estabilizar el sistema", a pesar de la caída registrada dos cursos atrás.
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